Hacía más de diez años que no subía a la "montaña mágica". Desde su cima. que apenas se eleva unos centenares de metros, se divisa la inmensa llanura que la rodea. Pronto las nieves de otoño lo cubrirán todo de blanco y el viento que azota la cumbre se convertirá en heladora ventisca.
Cerca de allí, a unos novecientos kilómetros hacia el este, se encuentra el hogar de Misha, a quien no veía desde el año 2007. Jugamos una partida sobre el viejo tablero de piedra, un ajedrez persa tallado a mano en Termiz. No hay nada como compartir una partida de ajedrez junto a una humeante taza de café recién hecho.
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